Giancarlo Ricci: el Mediterráneo tiene voz y guitarra eléctrica

 

Ricci representa el espíritu mediterráneo en su máxima expresión: elegante pero cercano, apasionado pero sereno. Cada interpretación suya es un puente entre la tradición italiana y la sensibilidad global, entre la emoción pura y la búsqueda de belleza en los gestos simples.

Giancarlo Ricci nació en el sur de Italia, entre las calles de piedra, el olor a mar y las canciones que salen de las ventanas al atardecer. Desde pequeño entendió que la vida no se grita: se canta. A los diez años ya acompañaba a su padre —un barítono frustrado y amante del vino— en los bares del barrio, donde la gente aplaudía antes de que él terminara la frase.

Con una voz de amplio rango, cálida y apasionada, Giancarlo aprendió a combinar la elegancia de los crooners italianos con la energía de la música moderna. Creció escuchando a Franco Simone, Eros Ramazzotti, Nek y Jovanotti, y decidió que no quería imitarlos: quería continuar esa historia. Su estilo mezcla balada pop italiana, sonido contemporáneo y una producción limpia donde la guitarra eléctrica, el bajo, la batería y el saxofón crean un paisaje sonoro sofisticado pero emocional.

A los 28 años se mudó a Roma, donde comenzó a tocar en clubes de jazz y bares bohemios del Trastevere. Ahí nació el mito: el joven del sur, de traje sin corbata, mirada intensa y voz que podía pasar del susurro al rugido en una misma frase. Con el tiempo, Ricci desarrolló un repertorio propio, centrado en historias de amor, deseo, pérdida y redención, pero desde una mirada humana, con ironía y ternura.

Actualmente radicado entre Roma y Nápoles, trabaja en su primer álbum, 'Sotto lo stesso cielo', producido por Fabrizio Mancini, donde explora sonidos que van desde la balada soul hasta el pop contemporáneo, con guiños de jazz mediterráneo y arreglos de saxo, guitarra eléctrica y pads envolventes.

El disco es un viaje emocional que va del deseo al reencuentro, de la pérdida a la esperanza. Canciones como 'Oltre il confine' y 'Primavera d’autunno' revelan su costado introspectivo, mientras 'Notte e stelle' despliega su lirismo cósmico, y 'Giorni Amari' lo muestra como un cronista del desamor. Su versión trilingüe de 'La Certeza de Amarte' —grabada entre Nápoles, Madrid y Santiago de Chile— es una declaración de amor universal y sin fronteras.

Desde entonces divide su tiempo entre Nápoles, Roma y Santiago de Chile, componiendo canciones bilingües, explorando el español con acento italiano y fusionando la pasión mediterránea con los ritmos latinoamericanos. Su nueva etapa —más libre, más íntima— muestra a un artista que ya no canta solo por amor, sino por la belleza de seguir sintiendo.

En el escenario, Giancarlo Ricci no actúa: vive la canción. Su voz llena el espacio con una naturalidad que emociona, y su banda —jóvenes músicos italianos y latinoamericanos— acompaña con groove y sutileza. En traje, sin corbata, con la camisa apenas abierta, canta como si hablara al oído de cada espectador.

“L’amore non si dice, si respira insieme.”


 © [2025] [Daniel Olivero González]. Todos los derechos reservados.

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